Las redes sociales en la adolescencia son cada vez más una realidad desde el momento en que los #smartphones se normalizaron en uso entre los menores hace ya más de media década.
Cuando hablamos de redes sociales, tenemos que pensar en lo que ocurre también dentro de nuestro cerebro para entender porqué resultan tan atrayentes al público en general y al adolescente en particular. Son los #neurotransmisores, en este caso la #dopamina, los responsables de esa atracción tan intensa a experimentar satisfacción con la interacción en #redes.
El circuito cerebral de la dopamina (neurotransmisor basado en el premio y consecuente placer psíquico que proporciona la aprobación, el refuerzo que recibimos de los demás) comenzará a funcionar en ese cerebro todavía inmaduro cada vez que reciba un #like o capte un nuevo seguidor, pudiendo generar cierta adicción a ese estimulo-recompensa químico-cerebral. Esta cadena de recompensas proporcionará la misma sensación de satisfacción a sentirse querido, ser aceptado, aprobado que se produce durante la interacción directa cara a cara con iguales.
El riesgo bien estudiado y conocido por los #psicólogos y #psiquiatras infantiles pasa porque el público infantil, todavía muy inmaduro y frágil en aspectos de identidad y personalidad, pueda comenzar a generar una #autoestima muy frágil basada en la necesidad de gustar, en la necesidad de recibir aprobación de los demás, en la necesidad de recibir una gratificación instantánea dependiente de lo externo, del aspecto físico, de una imagen, de un flash. El adolescente que hace uso masivo de redes sociales comenzará a moldear un cerebro todavía muy maleable hacia la dependencia del like y de la necesidad de sentirse aprobado visualmente (dedo arriba). Su sistema dopaminérgico será cada vez más sensible a ser aceptado (y también desaprobado), a gustar, a que le digan “bien”, por lo que necesitará con mayor frecuencia e intensidad esta sensación de gustar, ser aceptado, ser querido de forma flash y buscarlo de manera consciente, pudiéndose generar dependencia de este sistema de recompensa.
#Facebook o #Instagram se han normalizado en pocos años en su uso masivo en la #adolescencia, por lo que podemos decir que, de manera generalizada, el público infantil y adolescente funciona con mecanismos de recompensa de neurotransmisión dopaminérgica cerebral de una mayor inmediatez de la que se podría presuponer en décadas anteriores.
El siguiente paso social que se aprecia es que algunas apps de adultos se están empezando a diseñar con un formato más adolescente, pero basados en el mismo principio dopaminérgico: like-dislike. Por ejemplo, me encuentro recientemente en terapia que algunos adolescentes me mencionan una nueva #app llamada “F3” que tiene un funcionamiento análogo a #Tinder. Esta app basada en la interacción de encuentro e interacción sentimental cuenta con filtros de edad tan poco estrictos como muchas otras apps, ya que los chicos y chicas menores de edad pueden incluir fotos y publicaciones de su vida personal al igual que en Tinder hacen los adultos. De la misma manera, el like-dislike es tan fácil de marcar como en la app de adultos, deslizar a izquierda y derecha la fotografía que consecutivamente ofrece. De forma tan orgánica se ha conseguido que los chicos y chicas menores de edad puedan acceder a conocer personas de su entorno promoviendo el funcionamiento de los circuitos de recompensa del cerebro (sistema de la dopamina), convirtiéndose de manera prematura en perseguidores (en ocasiones adictos) de likes.
Por aportar alguna referencia del número de seguidores que pueden tener los adolescentes en redes sociales como Instagram o Tik-Tok y que catalogan su nivel de aceptación por iguales, algunos de mis pacientes de edad adolescente me han indicado algunas cifras por las que se mueven y que constituyen una fuente muy primaria de autoestima (sentirse mayormente o menormente aceptado). Por ejemplo, contar con 200 seguidores en redes sociales se considera una cifra ínfima, ridícula según se me explica, por la que ese adolescente que cuente con pocos seguidores ya tendrá una catalogación social o nivel de aprobación de su grupo de iguales muy inferior. El siguiente nivel es contar con 1000 seguidores, lo cual se considera bien o aceptable. La siguiente barrera son los 5000-7000 seguidores, en la que ya se considera que ese chico o chica cuenta con una red buena o muy buena. Esta referencialidad externa puede conllevar trastornos graves en el desarrollo de la autoestima y convendrá apoyar un uso apropiado y supervisado de las tecnologías durante la infancia para que no se generen trastornos de desarrollo en la edad adolescente relacionados con la obsesión, la ansiedad, la identidad, la autoestima y la adicción al like.
Ofrecemos a continuación algunos recursos útiles para reforzar la psicoeducación en las tecnologías tanto en familias como adolescentes:
www.pantallasamigas.net – Recurso educativo para menores y familias. Incluye visionado youtube atractivo para los distintos temas de uso tecnológico.
www.comunidad.madrid/servicios/asuntos-sociales/servicio-atencion-adicciones-tecnologicas Servicio de atención en adicciones tecnológicas de la Comunidad de Madrid. Servicio de apoyo a familias y adolescentes en los que el uso tecnológico abusivo ya repercute de manera significativa en sus vidas.
Sergio Algar Villa | Psicólogo Col. Nº M-22702
Centro Psicológico Loreto Charques
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