Son muchas las ocasiones en las que las #familias con las que trabajo en la consulta me traen cuestiones que enfrentan de manera directa el poner #límites, con la idea de que el #apego se puede ver perjudicado. Sin ir más lejos, en el taller para padres que realicé hace unas semanas sobre estrategias parentales hablábamos de esta cuestión. La receta mágica para poner normas y límites sin que el #vínculo con nuestros hijos se ponga en peligro… porque coincidirán conmigo en que, si uno se pone muy normativo con sus retoños, éstos tarde o temprano irán alejándose emocionalmente de nosotros… ¿o no?.
Antes de nada, como ya es costumbre cada vez que escribo en el #blog, permítanme el más que necesario contexto teórico para poder después abordar más eficazmente la cuestión anterior. La teoría del apego de John Bowly explica como el bebé construye el vínculo con los progenitores en base a la respuesta que recibe de estos a sus necesidades básicas, habría cuatro tipos de apego en base a esto:
APEGO SEGURO. Los adultos se perciben como una base segura y de confianza a partir de la cual explorar el mundo exterior. Proporcionan bienestar y estarán disponibles, receptivos y sensibles a las necesidades de los hijos.
APEGO ANSIOSO. Los adultos muestran un exceso de protección, no permitiendo a los hijos tomar riesgos y actuar de manera independiente.
APEGO AMBIVALENTE. No se puede utilizar al cuidador como una base segura, ya que manifiesta conductas contradictorias y poco consistentes.
APEGO EVITATIVO. El adulto se muestra insensible con las necesidades del niño por lo que éste evita los vínculos.
APEGO DESORGANIZADO. Situaciones de maltrato o negligencia provocan en los niños conductas contradictorias e inconsistentes respecto al vínculo.
Con todo lo anterior desarrollado introducimos los #límites en la ecuación, los cuales vamos a entender como el conjunto de normas e indicaciones que los padres proporcionan a los hijos en un momento dado. ¿Para qué? Para castigar, para que obedezcan, para que aprendan que no pueden hacer lo que quieran, para que sepan quién manda aquí… No nos confundamos con el concepto, si tuviéramos que definir los límites de manera productiva habría que hacerlo desde la perspectiva de vernos como aquella figura de autoridad (que no autoritaria) que indica el camino adecuado a aquellos que, por edad y madurez, no pueden hacerlo por si solos.
Si observamos a nuestro alrededor estamos rodeados de límites que nos marcan el camino adecuado, aunque a veces no los entendamos o no nos gusten. Con la situación sanitaria que vivimos podemos encontrar ejemplos de esto, nos indican que partir de una hora no puedes estar fuera de tu domicilio, que las reuniones están restringidas, el uso de mascarilla obligatorio y que tenemos que hacernos a la idea que esta Navidad será diferente (lo cual posiblemente implique que empecemos a asumir más límites).
Volviendo al apego y los límites dentro de la familia, la consistencia con la que los padres pongan estos límites, buscando el equilibrio para ajustarlos a cada momento, la congruencia con la realidad y el no renunciar con ello al afecto y la calidez irán haciendo camino no solo hacia un clima familiar más predecible y claro sino también hacia ese apego seguro que todos buscamos con nuestros hijos.
A través de la combinación de límites y afectividad (no tienen que estar reñida la una con la otra…) nos convertimos en una referencia coherente, segura y fiable. Cuando dejamos de ponerlos por miedo a la reacción del niño, por cansancio, porque no nos apetece bronca…dejamos de ser referente para ellos y les “obligamos” a tener que buscarse ellos mismos el camino correcto sin esa referencia que es imprescindible tanto en la #infancia como en la #adolescencia.
También cabe la posibilidad de que pongamos límites desajustados, que unas veces se aplican y otras no frente a las mismas situaciones o que sean impredecibles y ambivalentes lo cual de manera inequívoca repercutirá en el vínculo y apego de los hijos.
Entonces…y volviendo a la cuestión planteada en el primer párrafo “si uno se pone muy normativo con sus retoños, éstos tarde o temprano irán alejándose emocionalmente de nosotros”, habría que abordarla desde la idea fundamental de que poner límites y normas ajustadas y coherentes no rompe el vínculo con los hijos, sino que establece la base para que desarrollen un apego seguro convirtiéndonos nosotros en su punto de referencia.
Lorena Atienzar del Toro
Psicóloga Col. Nº M-25199
Centro Psicológico Loreto Charques