Cuando me encuentro situaciones como esta en la #consulta, lo primero que trabajo con la persona es el identificar la vivencia como una situación de maltrato, en el caso de los niños o adolescentes el poner determinadas palabras dentro de la experiencia vivida sirve para aprender que determinas conductas no son admisibles bajo ningún concepto.
Si yo crezco diciéndome a mí misma que lo que he vivido no es violencia, aprenderé a asumir determinadas conductas o actitudes hacia mi persona como “normales” y por consiguiente a permitir que sucedan, ya que, lejos de sancionarlas, las incorporaré a mi vida cotidiana bien ejerciéndolas sobre otros o permitiendo que otros las ejerzan sobre mí.
¿Qué pasaría si no se trabaja con esta niña el concepto de violencia y se reajusta la vivencia a la realidad de que durante cuatro años estuvo sufriéndola dentro del marco del acoso escolar?
Vamos a suponer que esa niña crece aprendiendo que si no te pegan… no es maltrato, que tienes que tolerar determinadas cosas por miedo a que te rechacen aún más o incluso te digan que eres una exagerada. Vamos a imaginar que esa niña entra en la adolescencia y conoce a un chico que le dice como tiene que vestir, con quien tiene que hablar, lo mucho que le necesita porque ella no vale nada… eso sí, nunca, jamás, le pondrá una mano encima… ¿cómo creen que acabará la situación?.
Durante la infancia los niños aprenden de los adultos que les rodean, en esto está incluido los patrones violentos. Si no aprendo a través de mis personas de referencia que hay determinadas conductas que no son permisibles, creceré asumiendo un rol de agresor o de víctima que me condicionarán mis futuras relaciones y el cómo me relaciono con el mundo exterior. Si por el contrario les enseñamos a identificar situaciones de acoso, violencia o maltrato, les estaremos dando herramientas poderosas para poner límites, para decir basta ya o para tener claro que tipo de vínculos saludables quiero crear.
Por lo tanto, debemos cuidar mucho el ambiente familiar y escolar, de tal manera que se convierta en un espacio seguro en el cual no solo observo patrones relacionales sanos sino que cuando aparecen disonancias relacionadas con la violencia, la respuesta sea de sanción absoluta, protegiendo a quien lo sufre y dotándoles de herramientas de afrontamiento para posibles situaciones similares.
No debemos tener miedo de hablar abiertamente con nuestros hijos de #bullying, #acoso, #maltrato… será más beneficioso para ellos que estos temas no se conviertan en tabú o motivo de estigmatización por nuestra parte para facilitar el que puedan enfrentarse con seguridad a este tipo de vivencias. Y desde luego, el mensaje claro de que ningún tipo de violencia está permitida ni justificada debe ser nuestro estandarte cada vez que atisbemos la más mínima señal de violencia en ellos.
Lorena Atienzar del Toro
Psicóloga Col. Nº M-25199
Centro Psicológico Loreto Charques