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Foto del escritorCentro Psicológico Loreto

Bandas.



El complejo y dinámico fenómeno de las bandas ha ido adaptándose con los tiempos y a las circunstancias de las nuevas generaciones y particularidades sociales, también demográficas de cada territorio en el que se implantan.


El aspecto compartido en tiempos pasados y actuales pasa por el hecho de que supone una clara desprotección en la #infancia y la #adolescencia, ya que atacan de manera alarmante los derechos de niños y adolescentes, especialmente en sectores de la población más vulnerable desde el punto de vista personal, familiar y social que viven la exclusión social en mayor o menor medida.


Como decimos, la complejidad y dinamismo del fenómeno pasa hoy por un asentamiento en países europeos en los que la participación está cambiando; cada vez más se encuentran niños y adolescentes de origen no latino que son captados por dichas bandas. Lo hacen la mayor parte de las veces buscando una #protección en el grupo, un sentimiento de #pertenencia, un incremento de su #autoestima y #liderazgo, ya que por sus circunstancias personales y de historia vital les ha conducido a un terreno de vulnerabilidad y de desadaptación en menor o mayor grado.

La normalización cada vez mayor en la sociedad de la #violencia, la idealización romántica de lo que supone ser miembro de una banda según presentan las películas, series o videojuegos, la baja capacidad de anticipación del riesgo y consecuencias que sienten los adolescentes sobre su persona, le abren una ventana de oportunidad de pertenencia, arraigo, protección, integración social como nunca antes imaginaron. Sin darse cuenta han pasado a ser miembros de una banda territorial de la delincuencia, en la que ha sido muy sencillo entrar pero de la que va a resultar muy difícil -e incluso imposible- poder salir.


Como decimos, más allá de la pandilla que muchas veces entienden los adolescentes, se encuentra el riesgo real de las bandas y la explotación de menores. Ya no solo se trata de amigos con los que se pasa tiempo en las canchas escuchando música. No. También se empieza a hacer “favores” de llevar esto aquí o allá, de robar para ganar la pertenencia y aprobación en el grupo, de “pasar” en la puerta de los institutos o de defender la territorialidad.


Este preocupante fenómeno del que cada vez más a menudo tenemos noticia a través de los medios de comunicación está ganando terreno de manera muy clara entre adolescentes españoles de origen no latino que han encontrado exclusión y desarraigo por uno u otro motivo.


Hay que aclarar que no hay que ser de clase baja para pasar a ser miembro de una de estas bandas, ya que las clases medias y altas también se están viendo afectadas por este fenómeno. En ocasiones el fracaso escolar, no tener un grupo de amigos o haber sufrido #bullying suponen una potencial y real amenaza de acceso a estos grupos. Estos jóvenes han accedido sin conocer realmente los riesgos reales que entraña la peligrosa red de la que forma parte y poco a poco van tomando conciencia de lo difícil -o imposible- que le va a resultar poder salir de ese entramado de delincuencia juvenil.


Las familias, la sociedad en su conjunto y los estamentos públicos deben ser conscientes de ello para reforzar todo lo posible los mecanismos útiles y concretos de prevención, así como de priorizar la creación de una inexistente red de apoyos cuando ya se forma parte de este tipo de red y se pretende salir de ella con asesoramiento y de manera segura para ellos mismos y sus familias.


Sergio Algar Villa | Psicólogo Col. Nº M-22702

Centro Psicológico Loreto Charques

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