La aparición en nuestras vidas del #COVID19 ha perturbado de forma abrupta la rotura de nuestros contextos y actividades sociales, laborales y de ocio. Provocando una incertidumbre generalizada y una disminución de la percepción de control sobre nosotros, de nuestro destino y nuestro entorno, apareciendo además a su vez nuevos temores que antes no lo eran.
Son ya 50 los días que la población española llevamos confinados en nuestras casas, y los efectos y respuestas emocionales al confinamiento prolongado como: La #hipotimia (estado de ánimo bajo), la #irritabilidad, el aplanamiento emocional, el #enfado y la #ansiedad; nos han podido afectar de forma particular, evidenciándose en ocasiones de forma puntual y en otras manteniéndose en el tiempo. De todas las respuestas emocionales es esta última, la ansiedad, la que ha suscitado (y suscita) mayor malestar, por ello la dedicaremos gran parte de este artículo.
¿Qué es la ansiedad y cómo se manifiesta?
La ansiedad al igual que el miedo es un mecanismo defensivo y adaptativo que se experimenta como una emoción desagradable. Actúa como un sistema de alerta ante situaciones consideradas amenazantes (en este caso una amenaza real como es el contagio del COVID-19, y para más ende además una amenaza invisible). Es un mecanismo universal, se da en todas las personas, es normal, adaptativo. Sin embargo, en algunos casos, este mecanismo funciona de forma alterada, es decir, produce problemas de salud y, en lugar de ayudarnos, nos incapacita.
En esta reacción #emocional podemos identificar en 3 niveles diferentes, que no tienen por qué manifestarse en el mismo grado, es decir, es habitual que se manifieste según cada persona cada área con diferente intensidad o que varíen en el tiempo alternándose, estos son algunos ejemplos de los principales problemas por exceso de ansiedad propiciados por el confinamiento en el hogar o al vivir la desescalada:
1. A nivel motor u observable: la ansiedad se puede manifestar de múltiples formas:
En su modalidad más orgánica o evidente como la inquietud motora, hiperactividad, movimientos repetitivos o tics, dificultades para la comunicación (tartamudez), llanto expresión facial etc.
Evitación de situaciones temidas, esto es algo que sobre todo se está observando tras el comienzo de la desescalada en niños y en menor medida en adultos, ante la posibilidad de comenzar a poder salir de casa siguiendo las recomendaciones aportadas por las instituciones oportunas.
#Estrategias de afrontamiento exageradas o desproporcionadas, aumento de las conductas adictivas. Durante el confinamiento o ante la vivencia de la inminente desescalada se ha podido observar el aumento de conductas de limpieza, ingesta de comida, cocina, deporte, trabajo, abuso de sustancias (tabaco, alcohol…), y aumento de adicciones conductuales (juegos, Internet). Esto nos hace plantearnos las diferentes estrategias de afrontamiento con las que nos enfrentamos al mundo habitualmente y que se incrementan ante las crisis para superar una dificultad como si fueran unas “muletas” donde apoyarnos. Cuando se abusa de una de estas “muletas” sin que exista una compensación, o se hace uso de una “muleta” poco saludable, lejos de reducir malestar podemos acumularlo al experimentar sus consecuencias. (estrés, sentimiento de no tener tiempo, conflictos familiares, consecuencias físicas).
2. A nivel cognitivo: la ansiedad se caracteriza en su mayoría por sentimientos de malestar y preocupación, puede manifestarse de las siguientes formas:
#Obsesión por el contagio: Sintiendo una necesidad de estar constantemente alerta para no exponerse al contagio, el hecho de salir del hogar es visto como una tarea compleja que requiere poner mucha atención en todo lo que se hace (hipervigilancia), aumentando en consecuencia la tensión y en contra de lo que realmente se pretende aumentando el temor y la seguridad ya que puede sentirse que las medidas adoptadas de precaución nunca serán las suficientes.
#Temor a perder el control sobre el propio pensamiento, conducta o impulsos. En cierto modo, este sentimiento, o pre-sentimiento, aumenta la percepción del sujeto de verse desbordado, respecto de su capacidad y recursos, por las demandas y exigencias de la situación.
Problemas por #rumiación que se manifiestan con la presencia de pensamientos recurrentes que a la larga producen un malestar psicológico persistente. La “trampa” de la rumiación es que las ganas en sí de quitarse esa idea de la cabeza hacen que paradójicamente se alimente más y esta gane más y más importancia. Por ejemplo, el cómo están nuestros familiares de edad avanzada y a los que no podemos ver o ayudar acercándonos a ellos. Además, el confinamiento y la sobreinformación hace más complicado que centremos nuestra actividad mental en otras áreas.
La #hipocondría: es una alteración que aparece en personas propensas a creer que sufren una enfermedad a pesar de que no existan evidencias para afirmar que la han desarrollado. Teniendo en cuenta las particularidades del coronavirus con su periodo de incubación sin síntomas, y sabiendo que durante esta etapa es posible contagiar a más personas. Puede llevar a muchas personas a obsesionarse con la posibilidad de tener la enfermedad, interpretando de forma incorrecta síntomas como pequeños dolores de la garganta, el hecho de tener la nariz tapada, o somatizaciones generadas por la ansiedad en sí como si fueran síntomas del COVID-19.
3. A nivel fisiológico: la ansiedad se caracteriza principalmente por la activación del Sistema Nervioso, aunque también se activan otros, como Sistema Endocrino, o el Sistema Inmune. De todos los cambios que se producen, el individuo sólo percibe algunos cambios en respuestas tales como:
Aumento de respuestas físicas normales como: la tasa cardíaca, tasa respiratoria, sudoración, temperatura periférica, tensión muscular, sensaciones gástricas, etc.
Aparición de síntomas somáticos, insomnio, contracturas musculares, disfunciones sexuales…
¿De qué recursos o estrategias podemos disponer?
Promociona tu autocuidado: Fuera pijama, cuida tu alimentación e higiene, sigue hábitos saludables.
Realiza ejercicio físico: Cuando realizamos cualquier tipo de ejercicio físico estamos promoviendo una mayor liberación neurotransmisores, lo cual promueve un estado de mayor relajación y puede ayudar a disminuir de forma significativa nuestro nivel de ansiedad y estrés.
Establece horarios y rutinas ayudan a mantenerse siempre en marcha y alejados de la influencia de la rumiación y de las estrategias de afrontamiento desproporcionadas. Esto incluye una rutina e higiene del sueño para evitar problemas de insomnio.
Realiza un uso responsable de la información, contrasta la información, infórmese exclusivamente en fuentes fiables, cuestiona que información comparte, no solo lea los titulares sino el interior, evite la sobreinformación (dos-tres veces al día, 10-20 minutos cada vez).
Técnicas de desactivación fisiológica: ejercicio de relajación, yoga, mindfulness
Evitar el abuso de estimulantes: café, coca cola, alcohol y tabaco.
Búsqueda de apoyo social: mantén contacto con familiares y amigos a través de videoconferencias, llamadas etc. Se pueden hacer actividades cooperativas en la distancia, expresar emociones etc.
Gestión de emociones y pensamientos: no elegir el momento de dar vueltas a las cosas en función del estado emocional, desenmascarar sesgos cognitivos producidos por el miedo, aplica técnicas de solución de problemas.
Actitud positiva: para favorecer un afrontamiento óptimo, habida cuenta de ayudarte a que tus pensamientos y emociones sean mucho más positivos. no tiene que convertirse en una experiencia traumática y abrumadora que te marque de por vida, muy al contrario, puede ser una oportunidad excelente para trabajar tu resiliencia, es decir, para crecerte ante la adversidad.
Sigue las prescripciones de los profesionales y no dudes en solicitar su ayuda.
Esmeralda Armada Ortega
Psicóloga Col. Nº M-29040
Centro Psicológico Loreto Charques
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