Los avances en #neurociencia no solo impactan en el campo clínico, sino que también pueden proporcionar un gran valor para mejorar la práctica educativa.
Con la vuelta al cole y a las rutinas llega la búsqueda de extraescolares y de diversas ocupaciones para las horas libres de nuestros hijos. Un año más, los padres se enfrentan a un enorme reto: cómo llenar de contenido el tiempo libre de sus hijos. Los padres necesitan armarse de paciencia, imaginación y, en muchos casos, llenarse los bolsillos. Durante el curso, los estudiantes no tienen un solo minuto libre entre clases, trabajos o actividades extraescolares.
No hace falta decir que en una sociedad donde reina el vacío del horror en la era del contenido, los padres pueden sentirse culpables por no poder brindar experiencias de calidad de manera consistente a los horarios de sus hijos. ¿Pero es necesario?
La neuropsicología educativa nos dice que no; incluso a veces el aburrimiento es positivo. Vivimos en una cultura en la que tienes que estar ocupado todo el tiempo y no hacer nada genera ansiedad. Incluso en nuestro tiempo libre debemos hacer algo. A todos nos afecta, pero los más pequeños están más interiorizándolo porque crecieron en un mundo rodeado de tecnología que les "entretiene" las 24 horas del día. Pero la ciencia nos dice que pasar el tiempo sin hacer nada es tan importante y necesario como hacer cosas.
La neurociencia se centra en los procesos neuronales más estrechamente relacionados con la forma en que aprendemos. Comprender cómo funciona y se desarrolla el cerebro nos permitirá optimizar la forma en que enseñamos. Descansar nuestro cerebro también es parte del proceso de aprendizaje. El cerebro necesita tiempo de inactividad, es decir, tiempo de divagación para funcionar correctamente, ser creativo y absorber y conectarse con los muchos estímulos a los que está expuesto todos los días. Pero en nuestros estilos de vida multitarea, lo permitimos cada vez menos.
¿Qué le sucede al cerebro cuando no hacemos nada?. Hasta hace unos años, se creía que cuando no hacemos nada, nuestro cerebro al menos minimiza la actividad cerebral.
Habitualmente, en los estudios en los que se quiere analizar la actividad cerebral antes de una determinada función, los neurocientíficos se centran básicamente en estudiar patrones cerebrales mientras los sujetos realizan tareas correspondientes a dicha función, ignorando el estado de reposo del cerebro que se produce durante este periodo.
No fue hasta el siglo XXI que algunos investigadores se interesaron en lo que los dispositivos de neuroimagen registraban en sus estudios mientras los sujetos tomaban descansos entre tareas. Se dieron cuenta de que lo que durante mucho tiempo se había considerado ruido era en muchos casos un patrón de activación cerebral más fuerte y, que durante la tarea, simplemente se estaban activando diferentes circuitos neuronales. Esto sucedió por casualidad, y no formaban parte de las hipótesis del estudio.
En 2001 Mark Reichl describió lo que llamó red neuronal por defecto o red neuronal predeterminada, que es un conjunto de redes neuronales que conectan múltiples regiones del cerebro. Estas redes tenían una actividad más intensa durante tareas pasivas o estados de descanso consciente. En pocas palabras, se activan cuando no estamos haciendo nada, dejando nuestro cerebro libre para divagar.
Desde la primera descripción, ha crecido el interés científico por el estudio de esta red. Ahora se sabe que es una red extensa que incluye regiones del cerebro como la línea media posterior, la corteza prefrontal medial, la corteza parietal inferior, la corteza temporal lateral y ciertas subdivisiones de la corteza prefrontal dorsolateral. Su función es organizar, manipular, recuperar y conectar la información interna a un nivel de procesamiento más profundo que cuando está presente un estímulo. Las soluciones llegan cuando menos las esperas.
Esto permite resolver problemas que requieren largos cálculos. Por ejemplo, esta red explica por qué, en muchos casos, cuando dejamos de pensar en un problema después de pensarlo todo el día, encontramos una solución al problema. Innumerables artistas, inventores o científicos admiten haber encontrado una solución a un problema o inspiración para un trabajo sin hacer aparentemente nada. Todos recordamos la famosa leyenda de que Newton estaba descansando bajo un manzano, cuando una manzana le cayó en la cabeza, y le dio la primera idea sobre la ley de la gravedad.
Está claro que nada se consigue sin un esfuerzo previo, pero hay que dar un descanso a las ideas para que los contornos que adopten y los conceptos creados conecten entre sí. Muchas veces podemos resolver problemas cuando dejamos de pensar en ellos.
Algo tan simple como hacer una pequeña pausa de vez en cuando se ha convertido en un reto para nuestro cerebro porque casi siempre estamos haciendo algo (mirar internet, navegar por las redes sociales, escribir en WhatsApp...).
Es interesante darle a nuestro cerebro tiempo libre para ser creativo.
Entonces, la próxima vez que nuestros hijos nos digan que están aburridos sin nada que hacer, podemos decir con confianza que le están dando a su cerebro la oportunidad de alcanzar su máximo potencial.
Ana Ruiz Montoya
Psicóloga Col. Nª Col. 16245
Centro Psicológico Loreto Charques
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