Entendiendo la familia como un sistema, es claro que tener un hijo con #TDAH genera movimientos e impactos en cada una de las partes y en el conjunto de él.
Os proponemos esta semana acercarnos a varios estudios que nos informan de las consecuencias de tener a cargo a un hijo con TDAH, y la importancia de los aspectos terapéuticos y de acompañamiento familiar para generar prevención y una menor manifestación y resonancia de síntomas afectivos, cognitivos, conductuales y de carácter sistémico familiar.
Donenberg y Baker encontraron que los niños con TDAH tienen un impacto negativo en la familia y producen mayores niveles de estrés que en niños sin ninguna patología; Parece que el nivel de interferencia en las familias resulta similar a la de niños con Autismo. Otros autores como Kendall encontraron que a pesar de que algunas situaciones disruptivas podrían variar con la edad y del desarrollo del niño, los componentes de la familia describían que vivir en una familia con TDAH es caótico, conflictivo, agotador, que se acompaña de continuos conflictos familiares, disputas entre hermanos, consecuencias individuales, de pareja o de involucración de más miembros de la familia.
Muchos estudios reflejan que la vida social de los padres y del niño con TDAH se limita más, tratan de evitar salidas y visitas como consecuencia de los rechazos y desaprobaciones en la manera en que tienen los padres de enfrentarse y resolver el comportamiento de su hijo. Es decir, se encuentran más incómodos públicamente y en las visitas tienen que recurrir a más explicaciones debido al comportamiento de su hijo.
Debido a la amplitud de manifestaciones problemáticas que conlleva la crianza de un niño con TDAH, los padres se ven obligados a buscar asesoramiento, con el coste que ello supone, para manejar los comportamientos en casa.
En muchos casos las relaciones padres-hijos suelen marcarse por enfrentamientos y desacuerdos debido a que los niños TDAH son menos complacientes, más negativos y menos sumisos. Este tipo de interacción desencadena muchas veces conflictos maritales. A pesar de ello, el porcentaje de padres separados no resulta susceptiblemente alto en relación a la media poblacional.
Parece que estos estudios concluyen que la intervención psicológica con padres mejora las atribuciones y expectativas con relación a la problemática de su hijo, así como los conocimientos de la naturaleza del trastorno. Ayuda realmente conocer qué pasa y el curso del diagnóstico para que los padres hagan a sus hijos menos responsables de lo que ocurre, piensen que no solo es un asunto del niño, reconozcan que es difícil manejar su diagnóstico y en consecuencia modifiquen y se adapten a la situación real del problema.
En resumen, se destaca que las características del niño y la familia actúan como tándem y que la disfunción familiar, las incoherentes prácticas educativas, así como la ineficacia de prácticas disciplinarias pueden contribuir como un factor de riesgo que interactuar con una predisposición del niño para incrementar la presentación y continuidad en el tiempo del TDAH.
Lógicamente los factores familiares no son la causa original del TDAH, pero pueden ampliar y mantener el trastorno. Es por ello que los terapeutas necesitamos asumir un papel psicoeducativo dirigido al entrenamiento sistemático de familias, que contribuye como factor significativo en el éxito de las intervenciones terapéuticas.
Sergio Algar Villa | Psicólogo Col. Nº M-22702
Centro Psicológico Loreto Charques
REFERENCIAS: “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad”. Fernando Mulas