Las calles se llenan de luces y con ellas los escaparates de las tiendas rebosan también de colores y brillo, dentro suenan villancicos. Hay un ambiente especial que impregna todo y que te invita a que en estas fechas, en este último mes del año, haya que invertir y gastar como si el mundo fuera a acabarse mañana, da igual de lo que se trate… regalos, comida, “ese capricho que llevaba tiempo pensando” o incluso en esa búsqueda de suerte en el sorteo del Gordo que muchas veces deja más agujeros que tapa (todo hay que decirlo…). Y es que… ha llegado la #Navidad.
Las casas se decoran, se pone el Belén, el árbol (no vamos a entrar a excluir a nadie) e incluso los calcetines (cada uno el suyo y con el nombre si puede ser para evitar equivocaciones) para que sus Majestades de Oriente o Papá Noel tengan claro donde dejar los presentes que tanto nos ha costado ganar durante todo el año. Se empiezan a decir esas frases míticas a los niños (y no tan niños…) de “pórtate bien que si no los Reyes Magos no te traerán regalos”, “cuidado que los reyes están mirando…”. Y ahí los adultos podrán observar como a los más peques de la casa les cambia la cara y hacen esfuerzos para evitar la hecatombe de última hora.
Querría invitar a quien esté leyendo este texto a reflexionar acerca de los mensajes que podemos mandar a nuestros hijos durante las fiestas de Navidad sin apenas darnos cuenta. Desde el momento en que entramos en ese ambiente de luces comenzamos a consumir más de lo que lo haríamos en cualquier fecha normal… ¿la excusa? “imposible no hacerlo en estas fechas”.
Tenemos que ser conscientes de que, de manera inevitable, los hijos nos toman como referencia y tenderán a reproducir muchas de las conductas que ven en nosotros, normalizándolas e interiorizándolas. En estas fechas es fácil que les mandemos la idea de que la felicidad está relacionada con la abundancia: mesas repletas de platos con las mejores viandas para la ocasión, árboles llenos de regalos a sus pies… y aquí es donde vamos a detenernos para hablar de un término que cada vez suena más: “los #niños #hiperregalados”.
Junto a las luces, los villancicos y el ambiente navideño, se cuela en cada casa un bombardeo de #publicidad en la cual los niños se ven expuestos a multitud de oferta de regalos que de manera inevitable se asocia con felicidad (¿o acaso alguno de los niños de los anuncios se muestra triste con sus regalos?). En base a toda esa #hiperestimulación se elabora la carta a los #ReyesMagos, documento que a veces pone en más de un apuro a los padres “si el año pasado tuvo 6 regalos…este año no puede ser menos”, “si no encuentro el juguete estrella de las navidades, se pondrá triste”, “todos sus amigos tienen ya móvil, ¿debería llegar el suyo también estas navidades?”.
La realidad es que en muchas ocasiones somos los propios adultos los que nos quedamos atrapados en el consumismo navideño y en asociar abundancia con felicidad y pensamos que nuestros hijos necesitan eso también para ser felices.
De tal manera que finalmente una de las escenas más repetidas en las #navidades es la de una montaña de regalos que el niño va abriendo vorazmente sin apenas detenerse ni valorar, buscando cual es el siguiente y acabando a lo largo del día jugando con tan solo dos, uno… o ninguno. Preguntaros si realmente se cumple la ecuación de:
Tal vez si seguimos con las ecuaciones y ponderamos la felicidad de ese niño respecto al día que hizo aquella excursión a la nieve con su familia (este plan no puede fallar en navidad tampoco, ¿no?), nos resulte una nueva y más certera conclusión aritmética:
Después de desvelaros la clave de la felicidad de vuestros hijos, decir que últimamente para evitar niños hiperregalados está teniendo mucha difusión la regla de los cuatro regalos:
Algo de ropa, calzado o complementos.
Algo para leer.
Algo que les haga mucha ilusión (lo que más y de verdad).
Algo material que necesiten (necesidad real como renovar el kimono de karate o material de pintura nuevo).
De nosotros depende la felicidad de nuestros hijos, pero sobretodo el no perder de vista lo que realmente son las claves para conseguirlo.
Lorena Atienzar del Toro
Psicóloga Col. Nº M-25199
Centro Psicológico Loreto Charques
P.d.: Recordad… portaros bien que los Reyes Magos están observando.
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