La importancia de una buena comunicación afectivo-sexual dentro de la familia.
Siempre me resulta muy curioso y divertido ver como se reflejan los psicólogos en las series de televisión, esto va acompañado en la mayoría de las ocasiones de indignación y reproches del estilo “como se le ocurre decir eso”, “la terapia no es ser míster wonderful” o “como se nota que esto es ficción…”. A estas alturas de la lectura se preguntarán que tiene que ver todo esto con el título de la entrada al blog de la semana, bien, permítanme seguir con la anécdota para darle sentido… No hace mucho estaba viendo una serie llamada “Sex Education”, la trama gira en torno a la vida en un instituto, con sus protagonistas adolescentes, ávidos de explorar su sexualidad, y de una madre que es psicóloga experta en sexualidad (la combinación perfecta).
Más allá de la crítica cinematográfica me quedo con una escena que me llegó, en ella una de las chicas está en la consulta debido a que recientemente vivió una agresión sexual en un autobús. Se refleja perfectamente el sentimiento de culpa que suele generar este tipo de situaciones en la víctima “tal vez lo provoqué”, “le sonreí”, “iba vestida muy provocativa”… la contestación de la psicóloga considero que es digna de enmarcar en cualquier conversación sobre educación sexual que podamos tener con nuestros hijos “lo que ese hombre te hizo en el autobús nada tiene que ver con tu sonrisa ni tu personalidad, solo tiene que ver con él y de ninguna manera es tu culpa”.
Cuando hablamos de educación sexual no tenemos que limitarnos a disponer frente a mi hijo adolescente toda la información acerca de métodos anticonceptivos del mercado, de hecho, tampoco tendríamos que esperar a la adolescencia para abordar este tema. La idea es poder adentrarnos poco a poco, adaptándonos a cada etapa de desarrollo del niño, normalizando conversaciones y haciéndolas cotidianas para que no impliquen ningún tipo de tabú.
Hablar de educación sexual es hablar de diversidad, de identidad y orientación sexual, de enfermedades de transmisión sexual, de valores, de afectividad, de género, de derechos, de límites, de autoestima, de libertades y por supuesto de desmontar mitos.
Habíamos dicho entonces que desde pequeños podemos ir trabajando la educación sexual, es muy habitual que los niños en edad de caminar y explorar también lo hagan con su propio cuerpo. Es momento de hablar (¡por su nombre!) de los genitales, de las partes que son privadas y sobretodo de no teñir de vergüenza una conversación que queremos que sea fácil y cotidiana, especialmente en la adolescencia. Si comienza con conductas de auto estimulación, explícale con total normalidad que no es malo pero que solo se puede hacer en privado. Aprovecha la situación para indicarle que, además, nadie más tiene permiso para tocar sus partes y que en caso de que suceda debe contárnoslo.
Según vayan creciendo y especialmente en la pubertad, habrá que explicarles los muchos cambios que experimentará su cuerpo y respecto a la sexualidad. Por supuesto que es importante que conozcan todos los métodos anticonceptivos que hay, pero vamos a ir más allá, abordando el respeto, los límites y la autoestima dentro de las relaciones sexuales o de pareja por encima de todo. De que me sirve que mi hija o hijo (es indiferente el sexo) sepa cómo poner un condón si cuando su novio le diga que no quiere ponérselo porque “sino no siente nada” ella acceda a tener relaciones por miedo a que se enfade. Lo mismo si mi hijo varón valora que sí, que aunque tiene toda la información… “mola más hacerlo sin nada”.
Tendré que incidir en la importancia de la responsabilidad, de la afectividad sana, del no tener que hacer nada que no le apetezca por miedo, de generar confianza para que si pasa algo no consentido o meta la pata pueda acudir a nosotros y no tenga que buscarse soluciones solo o sola. Tendré que explicarle que gran parte de la pornografía es una distorsión de las relaciones sexuales saludables, que en muchos casos roza lo ilegal y sin lugar a dudas abarca practicas denigrantes (especialmente para la mujer), y sobre todo, que en ningún caso puede ser un libro del cual aprender a explorar mi #sexualidad.
La educación sexual va de eso, no de abejitas que polinizan flores o cigüeñas que traen bebes de Paris.
Lorena Atienzar del Toro
Psicóloga Col. Nº M-25199
Centro Psicológico Loreto Charques
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