- “No entiendo que le pasa a mi hijo, yo creo que es bipolar”
- ¿Por qué crees eso? ¿Qué le pasa?
- No sé… unas veces está súper feliz y otras en cambio triste, pasa de un estado a otro sin motivo.
En muchas ocasiones en nuestra vida cotidiana podemos escuchar conversaciones o expresiones parecidas a la anterior. Frases como “está bipolar” se cuelan en nuestro día a día más frecuentemente de lo que pensamos para referirnos a cuando alguien tiene cambios de humor.
Esta nueva entrada al #blog pretende aproximar al lector al concepto real de qué es el trastorno #bipolar, enfocándolo a infancia y adolescencia, pero estableciendo líneas maestras que se trasladan también a la etapa adulta.
Antes de nada, me gustaría aclarar que cuando hablamos de trastorno bipolar hablamos de un cuadro clínico que se incluye en los llamados trastornos del ánimo, por lo que, sí que manifiesta cambios el humor de la persona, pero no de la manera en la que generalmente solemos enfocarlo en la vida cotidiana. Para hablar de #bipolaridad esos cambios tendrían que incluir episodios marcados de manía y de depresión, alternados con un estado de ánimo normal… y es aquí donde se abre uno de los conceptos más complejos de explicar al que es profano en la materia pero que es la característica distintiva del trastorno bipolar.
Indicios y síntomas de la manía:
Autoestima inflada o megalomanía.
Disminución de la necesidad de sueño.
Mayor locuacidad de lo habitual.
Fuga de ideas o pensamientos acelerado.
Aumento de la actividad dirigida por objetivos.
Excesiva participación en actividades con alto riesgo de consecuencias graves (compras compulsivas, inversiones financieras insensatas…)
Las personas que sufren un episodio maníaco pueden participar de forma inagotable, excesiva e impulsiva en distintas actividades placenteras de alto riesgo (juego, deportes peligrosos, actividad sexual promiscua…) sin tener perspectiva del posible daño. Los síntomas son tan graves que llegan a dejar de desempeñar sus roles primarios (colegio, trabajo…).
Con todo ello, es evidente que al referirnos a manía no hablamos de ansiedad, ni de felicidad ni de cualquier otro estado de ánimo que pueda contrastar con la depresión para marcar los cambios que caracterizan al trastorno bipolar.
Respecto al inicio, decir que se marca en la pre pubertad o desde mediados de la adolescencia y que en la etiología puede influir la herencia, la desregulación de la serotonina y la noradrenalina, así como un evento existencial estresante. Como muchos otros trastornos de salud mental, la forma en la que empieza a manifestarse en la infancia y adolescencia puede diferir de los inicios en la etapa adulta, siendo fundamental un buen diagnóstico diferencial ya que puede “enmascararse” bajo la apariencia de otro tipo de cuadro clínico.
Respecto al tratamiento, es necesario suministrar psicofármacos que junto con intervención psicológica puedan hacer favorable la evolución del trastorno y así ocasionar la menor interferencia en la vida cotidiana de la persona.
Lorena Atienzar del Toro
Psicóloga Col. Nº M-25199
Centro Psicológico Loreto Charques